miércoles, 29 de octubre de 2008

por hacer las cosas bien... jeje

A veces tengo ganas de ayudar, pero, ¿no te ha pasado, que cuando quieres ayudar, o simplemente hacer las cosas bien, y de la mejor manera, siempre algo te sale mal? y hasta te llegas a arrepentir de hacer tratar de hacer lo correcto, más o menos algo me pasó… de hecho ya tiene tiempo, aunque al recordar esto siempre recuerdo lo que tanto me recuerda mi padre: “no hagas cosas malas que parezcan buenas, ni cosas buenas que parezcan malas”, lo sé y suena lógico, pero cada vez se hace más difícil, y más tomando en cuenta que lo que antes te parecía correcto, ahora sabes que es malo. ¿por qué digo bueno o malo?, por que no hay un punto medio, o son cosas buenas malas simplemente por eso.
Salía temprano de clases ese día, en mi secundaria, el que sería mi último año en mi casa, yo no lo sabía, salí sin esperar a que mamá viniera por mi, me subí a la camioneta de mi amiga, iría con ella a comer y luego veríamos películas toda la tarde.
-Rosa ¿me prestas tu cel?- dije.
-claro! Está en mi bolsa- respondió mientras daba la vuelta en la esquina.

Mamá tardó en contestas pero accedió a dejarme ir con Rosa, siempre salía con ella y en fin de semana hacíamos pijamadas, cada vez más frecuentes. Ese día llegó a su casa uno de sus vecinos al cual yo no conocía muy bien. Se llamaba Alfonso pero todos lo conocían como “Panchito”, llegó a invitarnos a un fiesta que habría en su casa ese fin de semana, dijo que habría comida, película y juegos. Y así quedó, la invitación estaba hecha, y pasamos esa tarde como cualquier otra.
Llegado el fin de semana pedí permiso para pasar aquellos días con mi amiga, y por supuesto pedí dinero para comprar un regalo para “Panchito”, mis papás rápido me dieron dinero y me llevaron al Fracc. Satélite donde vivía Rosa. El viernes en la tarde al salir de la escuela fuimos de compras por los regalos y ropa para la fiesta, (no era nada especial simplemente comprábamos ropa en casi cada ocasión y ese era una más) fuimos a la fiesta, la mayoría de la gente no conocida por mí pero amable. Comimos pizza y carne asada y pronto pusieron música y habilitaron una enorme sala como cine. No tardó en sonar mi celular, era mamá, sonaba un poco seria pero con calma me preguntó- ¿dónde estás?-
-ha! En casa de Panchito, en su fiesta, ¿recuerdas?- dije con confianza.
-todavía en la fiesta? Es media noche, ¿a qué hora termina?
-pues empezó a las 10, no se a que hora termine.

Mi mamá terminó yendo por mí a la fiesta y se sintió engañada, robada, por el hecho y pequeño detalle de no mencionar que el vecino “Panchito” cumplía 18 años y no 6 o 7 como tal vez lo imaginó por el apodo. Aunque yo pedí permiso, y todo, de la forma más legal posible, salí mintiendo, engañando, etc. bueno no fue a propósito…
Pero así me han pasado otras veces, simplemente por tratar de hacer las cosas bien, bueno de esto no me arrepiento, fue solo un problema de comunicación, pero bueno, ya sé para la próxima.

2 comentarios:

Zaraí dijo...

ay griseldita, creo que esas situaciones son algo complicadas como el hecho de decir verdades a medias, en fin... tenemos que aprender a comuncarnos de la mejor manera para que no se nos mal interprete nada jaja un beso

Meruchinas dijo...

nena, jajaj, k historia tan graciosa pero tienes razón, los padres ven moros con tranchetes...además agrega el hehco de que somos adventistas, ya sabes, los límites se vuelven más estrechos, menos pasos para dar.