jueves, 16 de abril de 2009

Martes 7 de abril de 2009

Eran las 5:30 a.m. y mi despertador sonaba como de costumbre para levantarme a mí, y de paso, a las muchachas que vivían conmigo en el cuarto 127 del dormitorio 4. No quería levantarme, sabía que no era un día normal de clases, pero tenía que levantarme, un día antes había tenido el cargo de Coordinadora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad del Mañana :P y estaba exhausta. Hoy, Martes 7 de abril, tampoco es un día normal.

Tomé mis cosas de baño y me dirigí a las regaderas que quedan frente a mi “residencia”, tardé más de lo que acostumbro por que no terminaba de despertar. Fui a desayunar con las chicas y regresé a mi cuarto con la esperanza de terminar una maleta que no había sido empezada.
Cuando salí a mi segunda clase, (no fui a la primera), me alcanzaron a detener en la salida de mi dormitorio para decirme que la clase empezaría una hora después. No di ni un paso más hacia delante, me di la vuelta y regresó a mi mente lo más importante: La maleta.

En menos de una hora, había hecho mi maleta (para una semana), enviado dos tareas, había hecho una junta online con mi mano derecha de Publicidad y estaba lista con mi falda y uniforma para ir a la escuela.

No fui a la tercer clase, por mis planes de salir de la ciudad antes de las 2:00 para alcanzar el camión, aunque con los pendientes y contratiempos, no sabía si lo iba a lograr.
Casi me peleo con la que atiende los asuntos escolares por perder una solicitud que les había dado desde el viernes, me cancelaron una cita a las 11:30, se tardaron media hora más en el mantenimiento de mi vanidad y me quedé sin saldo y sin lugar donde conseguirlo en el perímetro seguro de dos cuadras a las redonda de la salida principal de la uni. Y mi mamá había olvidado que vivo en un convento y que para salir, tiene que comprobar por un dispositivo de voz de alta tecnología, que es mi mamá y me deja salir de los perímetros de seguridad que rodean el campus, para ir a mi propia casa cada vez que se le ocurre a la “niña chiflada”.
Después de despedirme como 20 veces de mis amigas, no me quería despegar de ellas, pero me fui temblando de nervios por lo que me esperaba… llegué a tiempo a mi destino y todo salió perfecto, tomando en cuenta que en el camión pasaron películas que ya había visto, por lo que me pude dormir y descansar las 6 horas.

Llegué a mi casa con tiempo suficiente de cenar con mi familia y ver a mi perro favorito moviendo la cola, y desesperado por verme.
A media noche, nos fuimos a la cama con el mensaje claro de papá: mañana la levantada es TEMPRANO (odio como dice esa palabra).
Así que con el estrés de una semana de tres días (apenas), que está por los cielos, me acosté pidiéndole a Dios que me ayude a descansar para “el día”.

2 comentarios:

Zaraí dijo...

y qué tal ese dia ehh?' genial no? son contar las grandes experiencias que te hicieron mucho mejor profesional. te quiero y te felicito por ese gran esfuerzo que hiciste.

Anónimo dijo...

Amo esos días... por más cansado te puedes levantar a las 3 o 4 am... la adrenalina fluye y el cansancio es sólo adorno de la emoción. Qué bueno que hayas podido disfrutar de eso muñeca. Te quiero =)